Los vikingos fueron un grupo de guerreros y marinos perteneciente a algunos pueblos originarios de Escandinavia, en el norte de Europa. Estos se hicieron conocidos por sus viajes de exploración marítima y por sus incursiones y saqueos en gran parte de Europa, entre los siglos IX a XI. De hecho, este período de la Edad Media es conocido como «era vikinga».
Los vikingos irrumpieron en la escena europea en el año 793, con el saqueo al monasterio de Lindisfarne, en el norte de la actual Gran Bretaña. En los 3 siglos siguientes, sus ataques violentos, saqueos y pillajes, aterrorizaron a las poblaciones de las costas del mar Báltico, las islas británicas, el reino de los francos, la península ibérica y el sur de Italia. A través de los ríos de Europa Oriental, los vikingos llegaron hasta el corazón de la actual Rusia y a las puertas de Constantinopla, la capital del Imperio bizantino.
Hay varias teorías acerca de las causas de las invasiones vikingas. Una de las más aceptadas se basa en el gran aumento de su población en territorios que eran poco aptos para un buen desarrollo agrícola.
Los ataques de los vikingos, sumados a los de húngaros y eslavos en Europa Central, y a los de los sarracenos en el mar Mediterráneo, contribuyeron con la fragmentación del Imperio carolingio y la descentralización política característica del feudalismo.